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| Tema: Recurso 2 El arte y los artistas Miér 07 Nov 2012, 11:59 am | |
| Analizar la lectura y realizar subrayado general de ideas, sobre las cuales realizar un mapa conceptual:
El arte y los artistas Autor: Luis Alberto Pérez Amezcua, basado en el texto Historia del Arte de Ernest Gombrich Conocer el arte es conocerse a uno mismo. La vida moderna nos ha hecho creer que el arte es aburrido, que es un asunto propio de la gente nerd, de personas que emplean su tiempo en cosas que no les serán útiles o que no les resultan inmediatamente divertidas. Esto es falso. El arte es sumamente útil y, si lo sabemos apreciar —y si lo sabemos compartir con nuestros amigos—, puede ser algo en verdad divertido. El arte es, desde luego, una forma de comunicarnos y de socializar. Algunos especialistas afirman que no existe propiamente el arte, que tan sólo hay artistas (Gombrich 1995: 13), y los artistas se manifiestan de distintas maneras. Estas diferentes manifestaciones artísticas —cine, pintura, escultura, literatura, música, etcétera— son formas de comunicación humana. La palabra arte puede significar diferentes cosas, según la época y el lugar en la que la encontremos. Pero, a fin de cuentas, aunque hay muchas definiciones de arte, la que importa es la que nosotros mismos podamos darle. ¿Qué significan para mí las diferentes manifestaciones artísticas? ¿Qué me dicen? ¿De qué me informan? ¿Qué me hacen pensar? Pero, sobre todo, ¿qué me hacen sentir? Estas preguntas son algunas de las que nos podemos plantear al estar ante alguna manifestación artística. Son preguntas que nos pueden ayudar a comprenderlas y disfrutarlas y, con ello —como dijimos—, comprendernos a nosotros mismos. Quizás esta sea una de las claves para que tú puedas apreciar el arte: hacerte preguntas, no quedarte estático, sin hacer nada. Es como cuando entablamos un diálogo con una persona que no conocemos. Si le ponemos atención y nos esforzamos un poco por entender lo que nos dice, la comunicación tiene lugar. Mientras la escuchamos, en nuestra mente nos hacemos preguntas de una manera muy rápida para entenderla. Y también hacemos conjeturas. Decimos: “¡Ah! Lo que 2 quiere decir es esto, por esta causa”. Y esto lo hacemos con el mismo lenguaje humano. A esta misma persona la podemos oír, pero no escuchar, y entonces la comunicación es deficiente o no se da. Es la diferencia entre escuchar y oír, tal como ocurre con ver y mirar. Cuando ponemos en práctica nuestras capacidades perceptivas y mentales superiores la comunicación y el entendimiento aumentan. El arte puede gustarnos por cualquier motivo. Cualquier razón es válida y buena. Una pintura o un cuadro nos pueden gustar porque nos recuerdan algo agradable. Nos puede gustar un paisaje porque nos recuerda unas maravillosas vacaciones; o un retrato porque nos recuerda a alguien querido. No hay nada malo en ello. Todos nosotros, cuando vemos una manifestación artística cualquiera, podemos recordar o asociar muchas cosas que pueden influir en nuestros gustos y disgustos. Si estos recuerdos o asociaciones nos ayudan a gozar de lo que vemos u oímos, no hay ningún problema. Pero cuando hay algo que se convierte en un obstáculo para disfrutar de una buena representación artística debemos —de nueva cuenta— hacernos preguntas. ¿Por qué hay algo que me aparta de esto? Es entonces cuando empieza la otra parte de nuestro autoconocimiento. Podemos identificar lo que nos gusta y recordar por qué nos agrada; pero acaso sea más importante saber qué no nos gusta y, sobre todo, por qué. En pocas palabras, lo que queremos decir es que hay causas equivocadas por las que puede no gustarnos una obra de arte. Estamos en nuestro derecho de que algo no nos guste. Es perfectamente válido, y es incluso deseable. Sólo debemos asegurarnos de que no sea por las causas equivocadas. Observemos las figuras siguientes: En este retrato del artista flamenco Rubens podemos apreciar los agradables gestos de una niña, sus rubios cabellos, su sonrisa tranquila, sus mejillas coloreadas. El artista quería probablemente que nos congratuláramos con él y que admiráramos a la pequeña. 3 Peter Paul Rubens, Retrato de niña, 1616 En esta pieza de Massys nos encontramos con una vieja que jala sus cabellos, desesperada o loca. Podemos ver sus arrugas, adivinar la falta de dientes, y la ausencia de la sonrisa que en cambio es franca en la niña. Estamos ante dos obras que provocan quizás sentimientos y reflexiones opuestos. Nos puede encantar la belleza de la niña, pues lo que sugiere quizás es felicidad. La vieja, en cambio, puede provocarnos cierta repulsión. Pero rechazar por estas razones una obra como ésta probablemente sea un error. Si nos detenemos un poco en ella podemos darnos cuenta de que es una gran obra, sumamente sincera, y que muestra los estragos de la vejez. Si nos planteamos preguntas acerca de estas obras encontraremos respuestas interesantes. En conclusión, y esto es muy importante, la belleza de una obra no depende de la hermosura de su asunto. El concepto de belleza varía según los gustos y criterios de cada persona. Muchos pueden preferir la obra de Fra Angelico, un pintor italiano renacentista, a la de Guido Reni, un pintor igualmente italiano pero del siglo XVII, o viceversa. La razón, probablemente, se deba a la expresión. La expresión de una representación, en efecto, puede hacernos que un personaje nos guste o nos disguste. Muchas personas han sacado consuelo de una representación como la de Guido Reni, pero no por ello debemos desdeñar otras que acaso resulten más complejas de interpretar. Cuando llegamos a comprender diferentes lenguajes podemos preferir obras de arte cuya expresión es menos notoria que la de Reni, o que contiene más elementos. Quentin Massys, Vieja mesándose los cabellos, Óleo sobre tabla, 55 x 40 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado 4 Fra Angelico, La Transfiguración Guido Reni, Ecce Homo Del mismo modo, hay artistas a quienes les gusta representar sus obras con un máximo de fidelidad a la realidad. Otros, en cambio, prefieren dejar siempre algo a la imaginación y plasmar sus sentimientos con un mínimo de elementos. Rembrandt, Estudio de un elefante, Viena, Colección Albertina 5 Este es el caso de la obra de Rembrandt, que con sólo unos trazos logra plasmar las cualidades de un elefante, su piel rugosa, y acaso su personalidad. Por otra parte, Alberto Durero reproduce de una manera sumamente realista el ala de un ave. ¿Cuál nos gusta más? Alberto Durero, Ala de una carraca (Corracias gerula), 1512, Acuarela y aguada sobre pergamino, 19,7 x 20 cm, Viena, Graphische Sammlung Albertina Lo importante quizás sea preguntarnos si nos gusta más la representación realista porque nos parece una falla del artista no “dibujar bien”. Sin duda Rembrandt tenía la capacidad de hacerlo a la perfección, y hay muchas obras suyas que así lo demuestran. Pero en este caso su elefante es igualmente bello. Aquí, una vez más, debemos plantearnos una pregunta: ¿cuál es la intención del artista al plantear así su obra? En ocasiones, la “deformación” persigue un objetivo, como puede ser la caricatura, evidente en la figura siguiente: 6 Payador, Copia del guitarrero ciego de Picasso En conclusión, lo que debemos hacer es despojarnos de todo prejuicio. La asistencia a exposiciones, obras de teatro, performances o conciertos pueden ser experiencias vitales gratificantes, intelectualmente estimulantes, sensiblemente placenteras. Hay obras tristes y que hablan de las cosas horribles del mundo, pero aun éstas, bien miradas, son fuentes de una reflexión que exalta el pensamiento. Y, como seres humanos, pensar siempre produce placer: para eso estamos hechos. Jacques‐Louis David, La muerte de Marat, 1793 En el cuadro de David estamos ante el cadáver del diputado Marat, en la época de la Revolución francesa. A nadie, de entrada, le resulta agradable ver el cadáver de un asesinado, de alguien que pereció por la mano de otro ser humano. Sin embargo, su representación alude a un hecho histórico de enorme importancia para nuestra cultura, y 7 muestra lo difícil que ha sido el avance de la civilización humana. La composición del cuadro es fantástica, con sus colores y la distribución de los elementos. Hay armonía; es una obra bella aunque su asunto sea terrible. Aunque hemos hablado de pintura y cuadros, muchas de las “reglas” del arte — puesto que el arte es una de las prácticas humanas más inclinadas a la superación de modelos y reglas— son las mismas. Los artistas buscan la armonía, la distribución correcta de elementos, el acomodo perfecto de sus materiales. Una obra es mejor si la sonrisa de una mujer (como la de Monalisa) está colocada en el lugar correcto según la obra en la que se encuentra; una nota más o menos aguda en una sinfonía la vuelve mejor; un sinónimo o la palabra correcta en un poema pueden ser la clave de su funcionamiento. Esto es lo que debemos aprender a distinguir para que podamos apreciar las manifestaciones artísticas y volverlas parte de nuestras vidas. Cuando hemos comprendido el gozo y el placer que produce su consumo (así es, somos consumidores de obras de arte, y el mejor ejemplo es cuando vamos al cine) podemos convertirnos en asiduos asistentes a diversos lugares que ofrecen estas oportunidades. Ya no sólo tendremos una opción, sino muchas. Además, a través de Internet podemos acercarnos a millones de manifestaciones artísticas. Con la ayuda de un buscador como Google o de un sitio como Youtube podemos escuchar y ver —las palabras clave de la apreciación artística— prácticamente lo que deseemos. Te invitamos a hacer la prueba tecleando los nombres de los artistas que pudiste conocer en este texto. Nunca se acaba de aprender en lo que al arte se refiere. Siempre existen cosas nuevas por descubrir. Parecen tan inagotables e imprevisibles como los seres humanos. Es un inquieto mundo propio, con sus particulares y extrañas leyes, con sus particulares y extraños lenguajes, con sus aventuras propias. Pero es importante que para gozar de estas manifestaciones artísticas tengamos una mente limpia, capaz de percibir cualquier indicio y captar cualquier armonía oculta. Por ello, estamos seguros de que encontrarás en este curso las competencias necesarias para poder disfrutar de distintas manifestaciones artísticas, las que tú quieras, y de que con ello disfrutarás más de ti y de tu mundo. | |
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